ACERCA DE LAS MARGARITAS A LOS CERDOS, EL AUTOCONOCIMIENTO, LA COMPLEJIDAD DEL SER HUMANO Y LA DOBLE VARA DE MEDIR

Hay tantas cosas distintas a sopesar para juzgar a una persona… y eso solamente para que nosotros mismos tengamos una impresión de esa persona, como si tal cosa tuviese alguna importancia.
Es complicado desgranar los factores que definen a cualquiera y ser mínimamente justos con ellos.
Debemos relativizar a quien sea en función de su contexto, de la manera en la cual le educaron quienes le educaron, la capacidad de estos y en qué puntos pusieron el acento y cuáles descuidaron dramáticamente.
Debemos tener en cuenta las aptitudes naturales del sujeto.
Debemos por supuesto tener en cuenta la capacidad del sujeto a trascender ante aquellas dificultades que encuentra tanto intrínsecas por su propia naturaleza como extrínsecas, por el entorno.
Es necesario saber qué le motiva, qué llama su atención y le activa.
Cuáles son sus objetivos.
Cuál es su capacidad de trabajo e implicación en función de estos parámetros.
Si se trata de alguien que define objetivos y se lanza a por ellos, o se deja llevar por la corriente, o si dichos objetivos están motivados por la corriente y los confunde con los propios, o bien simplemente los hace propios, o si al hacerlos propios logra una adaptación mejor y ello en si mismo es un objetivo.
Debemos conocer el peso de los factores ideológicos en la ecuación de sus decisiones y razonamientos, si está imbuido de dogmas y limitado por ellos, o los utiliza precisamente para justificar lo propio mientras oculta sus defectos y criticar sin medida lo ajeno, o bien se halla ceñido al razonamiento y el peso específico y real de las ideas fuera de su contexto ideológico, con las ventajas e inconvenientes que ello conlleva.
Y muchas más cosas. Las facetas de la sociedad, de la vida y de nuestras interacciones ante cualquier circunstancia hacen variar la importancia relativa de cada factor en función de quién nos rodea, en qué momento suceden y cuáles son nuestras circunstancias. Y dichas facetas son innumerables, en un prisma de infinitas caras que refleja al exterior quienes somos cual esfera de cromo, y cual esfera siempre refleja una visión distorsionada.
Y lo más complicado de todo esto, es sin duda que este ejercicio, a la primera persona a la que deberíamos saberlo aplicar es a nosotros mismos. Pero de la manera que lo haría otro, ya que nadie es inmune a darse cancha y no ser exigente consigo mismo en aquello que, sin embargo, no toleraría en los demás. Esa famosa e indeseable doble vara de medir.
Y ese es un ejercicio tan complejo como llevarse la contraria a uno mismo en una discusión y defender ambas posturas con la misma vehemencia con la intención de aproximarse a una verdad deseable pero inalcanzable.
Creo firmemente que la importancia y el poder de escribir un diario privado, como a partir de ahora voy a hacer, puede residir precisamente en este punto, pues quizá nuestro yo del mañana no piense ni sopese el mundo y cada uno de sus factores como la persona que hoy en día somos, de forma que logre juzgar en cierta medida a aquel que fue, para sacar algunas conclusiones en el presente que puedan ayudarle en el futuro, y del mismo modo, recordando cómo y por qué se pensaba de ese modo en aquel momento pueda quizá imaginar cómo aquel que fue pensaría del que hoy es y sacar igualmente conclusiones constructivas.
De modo que en lo referente a compartir mis pensamientos y escribir acerca de cualquier cosa con el ánimo de compartirla, abandono las redes y la frustración de enfrentar la estupidez de algunos, para centrarme en mi propia estupidez, pulir aquello que más necesite pulir de mi personalidad, y seguir escribiendo para un público tan limitado como yo mismo, porque lo que es el experimento de contrastar mis opiniones ha resultado cuanto menos poco constructivo, cuando no frustrante o desesperante, así que me ceñiré a aquella única persona cuyo comportamiento y opiniones puedo cambiar realmente con el conocimiento y la información, y que muestra una mínima inquietud por cambiar cuando le ofrecen ideas mejores y más coherentes.
Podríamos decir que, por la presente, renuncio a entender a nadie o a que nadie me entienda a mi salvo yo mismo.