Del mismo modo que la calidad del villano de una historia es los que hace que esa historia tenga mayor o menor atractivo, los personajes malignos resultan estéticamente mucho más vistosos y variados que aquellos que no lo son. Al fin y al cabo, es el triunfo de la imaginación desbordada, y no existe límite en lo exagerado o grotesco que puede ser un personaje malvado, mientras que un ser virtuoso debe permanecer entre unas fronteras estéticas mucho más restringidas. Existía un chiste común en mis tiempos que decía «Las niñas buenas van al cielo… las malas a todas partes», y en el fondo encierra ese mismo concepto de libertad sin restricciones que puede extrapolarse perfectamente a lo estético.
Siguiendo con las influencias, descubrí The Lesser Key of Solomon y las fantásticas ilustraciones modernas que acompañan las definiciones de los 72 demonios.
También como influencia reciente me gustaría recordar al grandísimo Peter Mohrbacher y su Angelarium, que, a pesar de lo que he señalado anteriormente acerca del mayor o menor interés de las figuras malignas frente a las benignas, ha logrado exprimir hasta el límite el atractivo estético conceptual de los ángeles. En su larguísima serie de ilustraciones creo que sigue el esquema y nombres de los 72 ángeles que como contrapartida se encuentran enfrentados a los ya nombrados 72 demonios.
En cualquier caso, aunque disfruto mucho con estas obras y sin duda son poderosas influencias, en mi caso no voy a seguir estos esquemas, ni haré reproducciones ni re-interpretaciones de estos personajes o nombres, sino que crearé sencillamente personajes demoniacos que encarnen ideas del mal y la perversión según mi propio criterio.