Mientras «estudiaba» Geológicas, es decir, mientras hacía como que estudiaba, con extremadamente malos resultados (una carrera de 5 años obtenida en 9, no tiene excusa) aprendí sin embargo a hacer multitud de otras cosas. Escribí muchísimo, aprendiendo a experesarme con soltura y desarrollando un estilo propio (que te puede gustar o no) fruto de todo ese esfuerzo.
Aprendí a crear webs (en aquellos tiempos, creedme, no era tan sencillo como ahora ni abundaba la información como en este momento) y sobre todo, aprendí diseño gráfico y diseño 3D.
Me formé en diseño alcanzando un grado de maestría en algunos campos del cual hasta hace poco ni siquiera era consciente. Desarrollé cientos de logotipos, aprendiendo en cada uno de los procesos cosas nuevas de distintos profesionales del desarrollo de imagen corporativa, porque cada nuevo proyecto era la excusa perfecta para sumerjirme en artículos, tutoriales y cursos completos con los cuales alcanzar un mayor dominio y añadir nuevas ideas y perspectivas a mi forma de trabajar. Ideas y perspectivas que en muchos casos eran además extrapolables a otros muchos campos del diseño.
Aprendí a crear carteles de todo tipo y dimensiones, a adaptarme a mutitud de estilos y a desarrollar estilos propios que gustasen y complaciesen la visión de mis clientes, de quienen jamás encontré quejas.
Aprendí a modelar en 3D con multitud de herramientas, a hacerlo con poquísimos recursos, pero lograrlo. A hacerlo con cualquier herramienta. Aplicar todo tipo de trucos que salvasen con imaginación las carencias técnicas de cada momento, y después, casi sin información, aprendí a animar personajes y todo tipo de elementos.
Me formé en fotografía con miles de tutoriales y disparando cientos de miles de fotografías. Y me formé como realizador también con miles de horas de tutoriales y cientos de creaciones por amor al arte hasta que decidí que mi trabajo era lo suficientemente bueno y fiable como para afrontar cualquier reto profesional relacionado con lo audiovisual.
Y, a ver, entiendo que, de cara a quien esperaba de mi que fuese un geólogo y que buscase un trabajo en, qué se yo, un laboratorio de resistencia de materiales o en geotecnia de carreteras, o lo que sea, con tal que fuese lo más similar a ser un funcionario, llegar, hacer todos los días lo mismo y obtener un sueldo seguro, fiable y prácticamente inmutable a lo largo del resto de mi vida, seguramente, como digo, le defraudase que yo me dispersase de tal modo y que, finalizada la carrera, fuese en esencia el peor geólogo del mundo.
Pero todo lo que aprendí que nada tiene que ver con la geología ha sido lo que me ha dado de comer durante bastantes años. Y nunca he tenido que ir a buscar trabajo y hacer labor comercial. El trabajo siempre me ha buscado a mi, y yo me he hecho el encontradizo.
Pero todo esto que acabo de escribir no son más que conclusiones que puedo volcar y afirmar ahora, con el paso de los años y la perspectiva que da el tiempo.
Ahora mismo, por ejemplo, nos encontramos en el inicio de la vorágine y la revolución que está causando y seguirá causando durante mucho tiempo la IA. Y lo que ahora suceda solamente podré analizarlo y estar seguro de que mis conclusiones son acertadas con el paso del tiempo y los resultados.
Pero me hace cierta gracia que, como aún no he logrado obtener los resultados que el potencial que le veo a esta tecnología me prometen, y mi exigencia personal ansía, quienes me ven dedicarle miles de horas de aprendizaje, reflexión y pruebas, me acusen de «no hacer nada», o peor aún, de estar simplemente jugando.
He «creado» cientos de miles de imágenes con IA. He «escrito» miles de páginas con IA. He «hecho» miles de canciones con IA. No. No estoy jugando. No estoy pasando el rato. Estoy aprendiendo. Estoy sacándole todo el jugo y viendo si el estado actual de las cosas puede llevarme a ofrecer productos con la calidad necesaria como para que me sienta orgulloso y seguro de poder ofrecérselos a cualquiera que los consuma.
Y estamos ahí, en el filo. He destilado estilos de escritura. He conseguido resultados en imágenes que hace poquísimo me parecían imposibles. He logrado canciones de calidad que puedo utilizar, prescindiendo de los problemas por derechos de autor que los temas tradicionales me traían.
Tú también puedes asomarte a cualquier IA, pedirle lo que quieras y obtendrás un resultado. Pero casi puedo garantizarte que lo que yo puedo obtener de ella va a ser muchísimo mejor. Simplemente porque tengo más experiencia y le he dedicado ya a estas alturas muchas horas. Y esa es sencillamente la definición de cualquier servicio profesional usando cualquier herramienta de una manera más efectiva y con mejores resultados que el usuario estándar. Porque le has dedicado el tiempo necesario. La IA es simplemente eso, una herramienta.
Si te doy mi cámara y te digo que hagas las fotografías en un evento, y yo hago lo mismo, mi resultado será mucho mejor que el tuyo. Porque yo soy un profesional. No porque sea mejor que tú en esencia. No. Simplemente porque le he metido horas como loco.
No juego. No tonteo. No hago nada en vano. Cada pequeño esfuerzo, es un paso hacia la mejora, es una experiencia valiosa e irreemplazable.
Debo aprender a ignorar las opiniones acerca de cómo se deben hacer las cosas de quienes nunca hacen nada. Por cercanos a mi que sean, por mucho que les aprecie y les quiera.
Porque además de no hacer nada, se creen con el criterio de dar lecciones a quienes si consiguen resultados profesionales con su empeño y esfuerzo.
Y eso, no tiene ningún sentido.